Sentí mucha pena por él, un niño de siete años. Le di un vaso de agua y un asiento mientras lo hacía entrar. Vi el cansancio en sus ojos y la suciedad en su rostro mientras bebía.
“Tommy, ¿dónde vives? ¿Sabes tu dirección? Hice una petición amable. Sacudió la cabeza. “Estaba con mi tío, pero él dijo que ya no podía cuidarme. Él me expone en la calle.
Resultó ser peor de lo que pensaba. Aunque tenía un millón de preguntas, mi principal preocupación era asegurarme de que Tommy estuviera a salvo.
Me abstuve de contactar a la policía para no asustarlo más. Consolé a Tommy: “Resolveremos esto.””Vamos a alimentarte primero y a limpiar.”
Tommy pareció sentirse más cómodo después de una buena cena y un baño. Incluso podía esbozar una media sonrisa. Mi conocido de la oficina de bienestar social atendió mi llamada y prometió venir a ayudar.
Cortésmente pregunté más mientras esperaba. Tommy compartió información sobre su vida antes de salir a la calle, incluido el nombre de su madre Lisa y una dolorosa historia de abuso y deserción.
Mi amigo vino y comenzó a hablar con Tommy de manera amistosa. Reapareció después de horas, con los ojos llenos de determinación. “Tommy necesita que lo lleven a un lugar seguro esta noche, Laura”, comentó.
“Lo colocaré temporalmente con familias de acogida y buscaré a su familia.”Sin embargo, tenemos que manejar esto con cuidado.
Asentí con una sensación de alivio y arrepentimiento. Tommy se había convertido en parte de mi corazón, pero era hora de que se fuera. Me mantuve en contacto con mi amigo durante los siguientes días y recibí actualizaciones.
Encontraron a Lisa, su madre, que lo había estado buscando durante mucho tiempo. Ahora que había superado sus propias dificultades, estaba lista para darle la bienvenida a casa.
Fue un emotivo día de reunión. Con lágrimas corriendo por mis mejillas, vi a madre e hijo abrazándose.
Lisa me dio las gracias y acordamos mantenernos en contacto intercambiando detalles de contacto. Después de unos meses, Lisa me mantuvo informado sobre su desarrollo. Lisa reconstruyó su vida juntos, y Tommy estaba bien.
Lisa me contactó una tarde y me invitó a la fiesta de cumpleaños de Tommy. Tommy me saludó con alegría contagiosa tan pronto como llegué. Lisa me abrazó de nuevo y me dio las gracias de nuevo. Hubo mucha celebración y risas ese día.
Al ver a Tommy jugar con sus amigos, sentí una profunda sensación de satisfacción y serenidad. Para Tommy, Lisa y para mí, lo que había comenzado como un encuentro casual se había convertido en una experiencia transformadora.